Miraron equí

9 may 2013

LUGAR DE ENCUENTRO


Arraianos
Xosé Luís Méndez Ferrín
Traducción de Luisa Castro
Xixón, Hoja de Lata, 2013


     Cuando se publicó en 1991 la primera edición de Arraianos, aquellos diez cuentos magistrales de Xosé Luís Méndez Ferrín en gallego fueron recibidos con los brazos abiertos, como corresponde a un libro mayor del que tal vez sea el autor más destacado de la literatura gallega del siglo veinte. Pero también se recibieron con sorpresa, porque suponían una importante novedad en la trayectoria cuentística de Méndez Ferrín y de la última narrativa gallega, ocupada por entonces en la construcción de un relato urbano, y que se asomaba a lo rural como quien va de visita al pueblo. Méndez Ferrín había dado su visión personal de la materia de Bretaña en algunos de sus libros, había hecho alguna incursión realista e importantes contribuciones al hermetismo o al relato fantástico, pero en Arraianos volcaba todo su saber de narrador extraordinario para construir un territorio literario que logró fortuna, el de la Raia Seca orensana, tierra fronteriza particular, extraña tanto para los gallegos como para los portugueses, que va a ser la verdadera protagonista del libro.
     Arraianos quiso devolver a la literatura gallega la esencia de su condición rural, tan rica. Méndez Ferrín echó una mirada a esa cultura ancestral desde dentro de sus propios mitos, y el lector siente en cada relato el peso de la historia sobre sus hombros como si fuese un habitante mde ﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽te mural desde dentro de sus propios mitos, y el lector siente el peso de la historia sobre sus hombros como si fuese ás de ese mundo, represivo y ordenado, sin importar que la acción se sitúe en el siglo X, en el XIX, en la última guerra civil o en la lucha antifranquista. Un mundo que a veces desordena momentáneamente la irrupción de un maestro, de los contrabandistas, los agraristas, los guerrilleros... En estos cuentos está, en buena medida, la razón de ser de la literatura de Méndez Ferrín, la base ideológica y existencial de su narrativa: el erotismo, la miseria moral al lado de la grandeza humana, la identidad personal y cultural que corre siempre peligro de difuminarse, la falta de equilibrio entre el progresismo que en un momento determinado de la historia intenta abrir una puerta al mundo y la reacción que se desata, la secreta relación entre horror y amor, la inexistencia de una separación clara entre lo vivido y lo imaginado, el misterio de las relaciones humanas... Todo ello escrito con técnicas variadas y una potencia creativa que arrastra al lector.
     En poco más de dos décadas, la palabra que sirve de título a este libro y que da nombre a quien vive en la frontera (en la raya), pasó a bautizar también un verdadero sentimiento de resistencia cultural; igualmente es “arraiano” quien guarda los “lindeiros da galeguidade”, haciendo hincapié más en lo que esa raya tiene de lugar de encuentro que de alejamiento. No se trata de vigilar las fronteras que separan la identidad gallega del resto del mundo (no creo que a Ferrín le preocupe la asturianidad de la tierra entre el Eo y el Navia, por ejemplo, sino la sustitución de la cultura tradicional de esa parte de su mundo por la presión de la española); cuando nos referimos a esa idea nueva de “arraiano” como guardián hablamos más bien del compromiso con una cultura, la gallega en este caso, que a pesar de tener fuerza extraordinaria como para producir un libro como este sigue corriendo un serio peligro de desaparición. 

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